Ansiedad precompetitiva: Factor determinante en el rendimiento deportivo
01 octubre, 2021
Los Juegos Olímpicos son el evento deportivo más esperado en el deporte de alto rendimiento. Es esa competencia, juego, partida o justa, de increíble importancia que engloba años de arduo trabajo, de sueños y aspiraciones, así como también de expectativas depositadas en lograr romper records, sobrepasar límites físicos y mentales y representar con orgullo y responsabilidad a las naciones participantes.
Físicamente, es una competencia increíblemente demandante que pone a prueba las capacidades y el entrenamiento de los atletas. Psicológicamente, aún más.
La presión emocional que experimentan los y las atletas previo a Juegos Olímpicos, así como el manejo de esta, puede determinar el éxito o fracaso en el rendimiento deportivo.
Aunque siempre un poco de nervios o ansiedad son necesarios y “saludables”, pues pueden contribuir a despertar y activar el cuerpo, manteniendo una concentración y motivación adecuada con miras al éxito, la ansiedad también puede ahogar las habilidades de los deportistas y tener consecuencias negativas.
La Ansiedad Precompetitiva es una experiencia común en los atletas de alto rendimiento, y cuando no es manejada de forma adecuada, puede afectar de gran manera el rendimiento, la autoconfianza, la autoestima y la salud mental y física de los atletas.
Desde un enfoque conductual, esta ansiedad está relacionada con la percepción, evaluación y respuesta de la persona ante situaciones aversivas o amenazantes. Esta amenaza puede ser real o subjetiva, es decir, no todas las amenazas deben existir en el plano físico tangible, sino que también pueden encontrarse en planos emocionales y mentales y tener las mismas consecuencias e implicaciones que las primeras.
Los síntomas o manifestaciones que engloban este fenómeno son, principalmente, sensaciones de inseguridad, nerviosismo, angustia, inquietud, miedo, agobio, sobreestimación del grado de peligro, pensamiento catastrófico de los sucesos, infravaloración en la capacidad de afrontamiento y disfunción en la concentración y motivación.

Por lo tanto, la interpretación cognitiva de la situación es uno de los factores más importantes para determinar qué tan intensa es la respuesta ansiógena. A mayores pensamientos irracionales o demasiado alejados de la propia realidad deportiva, mayor grado de ansiedad y desequilibrio emocional, ocasionando consecuencias en el rendimiento deportivo.
Así como los factores psicológicos tienen efectos negativos en el rendimiento deportivo, también las respuestas motoras, fisiológicas y cognitivas de los atletas pueden interferir en las capacidades mentales. La respuesta de ansiedad es una respuesta biológica determinada por el cuerpo como mecanismo de defensa y supervivencia a las situaciones amenazantes, generando respuestas físicas que preparan al cuerpo para una situación de “huida-pelea”.
De esta manera, la taquicardia, la vasoconstricción, el asentamiento de jugos gástricos, la sudoración y la oxigenación muscular, crean las condiciones corporales óptimas para responder ante la situación amenazante. Sin embargo, una respuesta ansiógena mal manejada puede convertirse fácilmente en un ataque de pánico, lo que causa una parálisis total en las reacciones físicas y mentales, interfiriendo de manera importante en la toma de decisiones, las habilidades tácticas, pero sobre todo en el diálogo interno motivacional del deportista (normalmente basado en su propia autoconfianza y autoestima), teniendo un efecto bloqueador o debilitante en el rendimiento deportivo.
Por este tipo de factores psicológicos, el trabajo emocional y el cuidado de la salud mental de los deportistas son cruciales e increíblemente importantes, pues representan una herramienta básica en su entrenamiento y preparación, así como también dentro de su arsenal en sus habilidades de competencia. Este trabajo debe de llevarse a cabo como un entrenamiento regular de la mano de un profesional de la salud especialista en psicología deportiva orientado a ayudar a los atletas a entender los procesos mentales y emocionales involucrados antes, durante y después de las competencias. El conocimiento de sus reacciones emocionales ayuda a determinar las estrategias que se requieren para afrontarlas, pues el buen manejo de las emociones negativas debe funcionar para potencializar el rendimiento y no para desestabilizar al atleta. De esta manera, no solamente se trata de lograr que los atletas lleguen a su mejor rendimiento, sino que también sean estables y maduros al enfrentarse a situaciones frustrantes, retadoras y de mucha presión.