La madurez de un líder humanista se muestra en su asertividad
18 octubre, 2022

“La diferencia básica entre ser asertivo y ser agresivo es lo que nuestras palabras y comportamiento afecta a los derechos y el bienestar de los demás”.
-Sharon Anthony Bower (1934)
La asertividad de un líder humanista es notable en el cómo comprende, asimila y afronta la complejidad de la vida con naturalidad; es evidente su absoluto respeto a la integridad moral de las personas sin importar la situación, y logra comunicarse con ecuanimidad y entereza priorizando el valor del bienestar común.
Construir bienestar no es tarea fácil. La cotidianidad es un embrollo que a menudo provoca confusión en la toma de decisiones; es común encontrarnos inmersos en cierta incertidumbre sobre nuestro futuro y eso no nos permite tener claridad y confianza para proceder, tiende a paralizarnos. La probabilidad de que ocurran riesgos, menores o catastróficos, debido a las infinitas variables que tenemos en la actualidad cada vez son mayores y, por lo tanto, los desafíos para sobrevivir nos llegan a intimidar. La vida entonces es compleja de entender y afrontar. Vivimos, pues, inmersos en un cambio vertiginoso y caórdico al cual nos resistimos y negamos, con mucho miedo de dejarnos fluir; preferimos mantener un estatus quo, rutinas o hábitos que detienen nuestra evolución.
Una actitud asertiva muestra la modelación y modulación de carácter de un líder humanista de atreverse a fluir en complejidad dinámica, sabiendo que no tiene el control de la vida; demuestra con humildad el reconocimiento de lo difícil que puede ser el resolver su propia existencia o diversas circunstancias y lo hace saber y notar con prudencia, firmeza y sencilla elocuencia.
Pero para lograrlo, es necesario rendirse a sí mismo/a y, a partir de la aceptación de su propia complejidad e imperfección, lograr la armonía del bienestar al aprender las siguientes competencias:
1. Manejar la ambigüedad: comprende lo que no está dentro de su área de control y lo que sí puede controlar; entiende la incertidumbre, la falta de claridad o inconsistencia de la causalidad y fluye sin resistencia a esa constante, se vuelve creativo/a y se adapta al cambio con soltura.
2. Manejar su narcisismo: entiende la naturaleza del ego, lo modela y lo domina con conciencia e inteligencia. Sabe cómo aprovechar lo positivo de esta conducta para conducir proyectos ilusionantes en beneficio de las personas; simultáneamente es consciente de sus debilidades y de la delgada línea de lo que puede alterar su propia conducta hacia una versión distorsionada basada en una baja autoestima, grandiosismo y necesidad de reconocimiento excesivo, una clase de lado oscuro.

3. Manejar el conflicto: no personalizar los problemas y solucionarlos con madurez. Sabe que el conflicto es parte de la naturaleza de la humanidad y es inevitable. Entiende que aunque parezca que dos personas parecen incompatibles, no lo son tanto, y por ello negocia y acuerda a través de un diálogo abierto, concilia, consensa y resuelve dirigiendo la situación coyuntural a un cambio o mejora para ambos. Un ganar-ganar.
4. Tolerar la frustración: acepta el fracaso y asume la verdad, fluye y avanza. Entiende lo que provoca una situación desfavorable, asimila la reacción condicionada o incondicionada e invierte el efecto (des) motivacional y lo convierte en una oportunidad de aprendizaje. Aprende que sembrar expectativas es cosechar frustraciones y no lo vuelve a hacer.
5. Manejar su propia vulnerabilidad: tiene la capacidad de aprovechar su más profunda inseguridad, miedo, defecto o inconsistencia irracional como medio para relacionarse con otras personas de forma humilde, amorosa y respetando su vulnerabilidad. Se vincula con pleno conocimiento de sí mismo/a, siendo lo que es en lo “fuerte y en lo débil”, con seguridad personal holística y manifiesta.
6. Ser resiliente: observa, comprende y decide lo pertinente ante crisis, traumas y pérdidas. Tiene la capacidad de superar la adversidad por medio de la compensación, protección o el encarar desafíos, y así aprende a dominar el estado de estrés para convertirlo en un proceso de transformación constante, de adaptación positiva, y florece en una mejor versión de sí mismo/a e inspira a los demás a seguir ese camino evolutivo.
La actitud asertiva, entonces, se convierte en una herramienta de afrontamiento bio-psicosocial y emocional que permite autorregularnos en plena autoconfianza del buen decir y proceder al acuerdo del bien común. Es abrirse a la abundancia de la diversidad en plenas facultades de salud mental y ecuánimes ante las circunstancias y el otro.
La asertividad de un líder humanista se siente con la aceptación de vivir tal cual es la realidad, con solución o no, sin defensa caprichosa y poniéndola al servicio de fines humanizantes que dignifiquen nuestra herencia simbólica, es decir, nuestra existencia.

Jaime Cervantes Covarrubias
Fundador y CEO de Liderálity | Accionista Vitalmex
Maestría en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, CDMX (México)
Maestría ejecutiva en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, Madrid (España)