La empatía y la vulnerabilidad en el liderazgo actual

8 noviembre, 2022

La falta de empatía en el liderazgo es preocupante en nuestra sociedad. Existe la tendencia de tratar a las personas como objetos utilitarios, de producción o cosificarlas y cuando sufren alguna situación personal, delicada y muestran su vulnerabilidad, la respuesta de “sus superiores” es fría y deshumanizante.

Muchas veces los y las líderes se vuelven víctimas también del sistema capitalista y se van convertido en máquinas inagotables y generadoras de rentabilidad. La exigencia de “sus superiores y la expectativas de sus seguidores o el consumidor”, o su propia autoexigencia, los está llevando al borde del cansancio crónico por estrés laboral. Terminan quemándose y, cuando flaquean, se exponen al juicio y evaluación de su posible falta de capacidad de liderar y por no soportar la carga laboral o trabajar bajo presión. Es notable que la empatía es una competencia de liderazgo muy poco desarrollada y podemos decir con certeza que es la más importante.

Toda persona es un recipiente de experiencias difíciles y ha acumulado razones para ser como es, para actuar como lo hace y manifestarse de una forma u otra. Algunos comportamientos son funcionales y otros disfuncionales, esa es la realidad. Nadie sabe realmente lo que hay en el fondo de sus vivencias, por lo tanto nadie puede emitir un juicio al respecto, es humano ser amable.

Comprender que nuestra vida causa dolor, en nosotros y todas las personas, y validar la dificultad que significa trascenderlo, nos genera alivio. Nos damos cuenta que no somos exclusivos, nos reflejamos y aprenderemos a ser más empáticos con otras personas.

Es normal que tengamos asuntos inconclusos sumergidos en tanques de nuestra memoria y que evitamos que vuelvan a salir de ahí, es una condición humana ser y estar vulnerables, pero tendemos a hundirnos en nuestros miedos y no sabemos cómo controlar los monstruos de nuestra profundidad interior. Cuando salen descontrolados de ahí, protegiéndonos de cosas que no queremos volver a vivir, se forman rasgos de personalidad específicos, se configuran y detonan susceptibilidades con complejos mecanismos de defensa para sobrevivir y que bloquean la posibilidad de relacionarnos mejor con las personas, en muchas ocasiones mostramos una versión poco agradable y funcional. ¡ES NORMAL!

Así vivimos, así trabajamos y así intentamos amar, con miedo a salir lastimados y no necesariamente es la mejor opción para disfrutar un buen vivir.

La paz interior nace cuando nuestra autoestima, autoimagen y autoconfianza nos ayudan a convivir y reconciliarnos con esos monstruos, cuando el autoconcepto se integra y asume la dualidad propia (lo bueno y lo malo) y nos damos cuenta que somos perfectamente-imperfectos. No hay más. Nuestro proceso de individuación se manifiesta cuando terminamos de negociar con nosotros mismos, nos perdonamos internamente y a los que nos generaron ese daño. El perdón es una elección conciente de olvido y entonces empatizas, primero contigo y después con los demás.

La empatía es una herramienta superior del ser humano, no es una competencia “blanda”, eso sería una descripción reduccionista. La empatía es una tarea muy avanzada de afrontamiento biopsicosocial, emocional y espiritual en nuestro cerebro y debe practicarse a diario. La podemos definir de la siguiente manera:

Empatizar es imaginar el universo subjetivo que la otra persona experimenta en su mente y toda su fenomenología psicológica, emocional o espiritual. Es intentar sentir, como si fuera esa persona, lo que siente o piensa en uno mismo/a y comprenderle, apapacharle (abrazar su alma) y servirle para aliviar su situación.

Nada fácil ¿cierto?

Ahora bien, no existe persona sin dolencias, sin algún asunto que atender y resolver en sus profundidades. No hay ser humano que no experimente vulnerabilidad y sin vulnerabilidad no podrá realizarse un proceso empático. Es importante abrirse y darse la oportunidad de vincularse profundamente y construir relaciones interpersonales saludables y duraderas a través de nuestra perfecta-imperfección.

Compartir nuestra vulnerabilidad es ser auténtico, transparente en la forma en la que estás siendo aquí y ahora. Además, sensibiliza a la otra persona de tu humanidad, suaviza la relación y permite profundizar en el vínculo, respeto, cuidado y procuración, compromiso de reciprocidad y mutualidad armónica y bienestar común.

Los mecanismos de defensa nos sirvieron para sobrevivir, nos protegieron de los demás pero, una vez que aprendes a convivir con tus miedos, confrontarlos y superarlos nos hacemos más fuertes y no serán necesarios de nuevo para ser tú.

Los y las líderes humanistas usan su vulnerabilidad y la empatía para vincularse más humanamente con el equipo y/o comunidad al que pertenece y, a su vez, fortalecer los lazos colectivos y la cohesión grupal.

“Sumergirse en nuestros miedos, conocer a nuestros monstruos y ayudarles a salir a la superficie en conciencia, convivir con ellos es el primer paso para aprender la magia de la empatía, seamos amables con las demás personas, no sabemos cuál es su historia detrás, puede parecerse a la nuestra.”

Jaime Cervantes C.

Jaime Cervantes Covarrubias

Fundador y CEO de Liderálity | Accionista Vitalmex

Maestría en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, CDMX (México)
Maestría ejecutiva en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, Madrid (España)

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