La reconstrucción del tejido social en América Latina: un llamado a la solidaridad
28 septiembre, 2023

En esa amplia alfombra llamada América Latina, los hilos que tejen nuestra comunidad se han vuelto frágiles con el tiempo. Las costuras del tejido social, esas conexiones invisibles que nos unen con la otredad, se han desgarrado en muchas regiones, debido a una variedad de factores: desigualdad entre riqueza y pobreza, injusticia social, discriminación 360º, inequidad de oportunidades, marginación comunal, explotación o nueva esclavitud, trata de personas y con tristeza expresa, además de violencia en muchos ámbitos.
Eso nos coloca frente a un reto apremiante, que formulo a manera de pregunta: ¿cómo reconstruir el tejido social? Primero definamos el concepto.
¿Qué es el tejido social?
El tejido social es el vínculo que une y cohesiona a un grupo de personas en su búsqueda de satisfacer necesidades elementales y superiores: alimentación, salud, educación, seguridad, cultura, entre otros. Es aquel que reconoce y dignifica los derechos humanos universales. Este entramado abarca, en círculos concéntricos, a la familia, la comunidad tanto vecinal como laboral, el país, la región y, por supuesto, el mundo entero. Debería ser una red de solidaridad que fomente y promueva la dignidad y el bienestar humano, además de la sostenibilidad de nuestra sociedad.
No obstante, en muchas ocasiones, ante diversas coyunturas políticas y sociales, problemáticas pasajeras o sostenidas en el tiempo, este tejido se ha desgarrado y se encuentra roto. En la actualidad experimentamos fisuras que amenazan con desmoronar la estructura social para las nuevas generaciones y en ese escenario, más que preocuparnos, debemos ocuparnos con urgencia. Reconstruir el tejido social significa, en esencia, restaurar y fortalecer los lazos que unen a nuestras diferentes comunidades, el comportamiento cívico y la paz social, la conciencia plena hacia el bien común, el cuidado de nuestro planeta y el respeto al uso adecuado de los recursos existentes sin poner en riesgo la calidad de vida de las futuras generaciones.
Contexto latinoamericano
Según estudios, el 60% de los mexicanos confía en su círculo familiar, pero solo el 10% confía en sus vecinos. Apenas el 28% cree que, en general, se puede confiar en la mayoría de la gente. En el ámbito empresarial sucede lo mismo en proporciones similares, solo que en cambio de los vecinos podríamos hablar de las instituciones y el estado de derecho.
A nivel América Latina, también enfrentamos una realidad preocupante. Los niveles de cohesión social son bajos, lo que se traduce en una falta de confianza y vínculos sociales sólidos.
En 2022, Latinoamérica y el Caribe ocupa el tercer lugar de entre ocho regiones con un índice de paridad de género de 72.6%, detrás del 76.9% de Norte América y el 76.6% de Europa.
Por otro lado, el 50% más pobre de la población de la región se lleva el 10% de los ingresos, mientras el 10% más rico recibe el 55%. En términos de riqueza, la concentración es mucho mayor: el 10% más rico acumula el 77% de la riqueza y el 50% más pobre solo el 1%, de acuerdo con el reporte de Economía y Desarrollo «Desigualdades heredadas», elaborado por el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe.

La educación, el hilo de la madeja
La reconstrucción del tejido social no puede recaer de forma exclusiva en el gobierno o en organizaciones sin fines de lucro. Es una responsabilidad que compartimos todos: personas líderes, gente de empresa y ciudadanía. Y es una batalla que debe de librarse desde diferentes y múltiples dimensiones, uno de ellos es la educación o reeducación de las personas (aprender, desaprender y reaprender). La cultura cívica debería ser una materia obligada en el sistema educativo, porque es fundamental para construir una mejor realidad a la actual.
Los ciudadanos de latinoamérica arrastramos inercias, actitudes y códigos culturales que derivan en comportamientos que inciden en el tejido social, como actos machistas, racistas, clasistas, discriminatorios y hasta políticos. De ahí la necesidad de reconocer esos códigos culturales insertados en nuestra conciencia (alimentada por el imaginario social) y trascenderlos a través de la reflexión, la discusión y el apoyo mutuo.
La educación (en la edad temprana, pero también en la vida adulta) incide en el crecimiento o florecimiento de las personas y, por lo tanto, en su realización personal y profesional. Los procesos de educabilidad son el eje del despertar de conciencia, son la verdadera reforma que deseamos ver y disfrutar en el futuro.
Lo anterior implica asumir una nueva responsabilidad humana, un nuevo liderazgo, más humanista, que se enfoque en la gente y en el cómo servirle para satisfacer sus necesidades multidimensionales. Cuando estos procesos de cambio inciden de forma positiva en la vida de las personas, una a una, se logra un doble efecto: cambiar y mejorar la calidad de una vida, o de muchas, e invitar a otras personas a escalar el esfuerzo hacia la transformación social deseada. La gente empresaria, agentes de reconstrucción del tejido social, desde mi punto de vista, se pueden convertir en embajadores del bien común a largo plazo, pero es urgente empezar aquí y ahora, primero por su propio ser, para luego multiplicar los beneficios en su familia, su empresa y su influencia colectiva.
Consideraciones
Reconstruir el tejido social, una persona a la vez, en pequeñas comunidades y empresas: ese es el reto. Construir puentes a través de la microimplementación de políticas públicas empresariales y con miras en su incidencia nacional e incluso global. No sólo es un deber ciudadano, sino una oportunidad para hacer de América Latina un faro de solidaridad y cohesión.
Es hora de cambiar nuestra mentalidad y priorizar el bienestar de los demás. Debemos fomentar una cultura de respeto, compasión y cooperación en nuestras comunidades. Pero este cambio debe comenzar en nuestro interior. Cada líder de empresa debe hacer lo propio en su micro y macroentorno.
La reconstrucción del tejido social en América Latina es un llamado a la acción. Como región diversa y rica en recursos, tenemos el potencial de superar los desafíos que enfrentamos. Al mirar más allá de las diferencias y trabajar juntos, podemos fortalecer nuestros lazos sociales y construir un futuro más justo y equitativo para todos.
Nuestro objetivo como líderes y ciudadanos del mundo es garantizar un futuro más próspero y justo para las nuevas generaciones que, por derecho, lo merecen.

Jaime Cervantes Covarrubias
Fundador y CEO de Liderálity | Accionista Vitalmex
Maestría en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, CDMX (México)
Maestría ejecutiva en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, Madrid (España)
Fuentes:
- Informe de Calidad de la Ciudadanía en México (INE, 2015).
- habitatmexico.org